Entre los posibles irritantes y alérgenos se encuentran:
- Objetos que entran en contacto con las orejas (gorros de baño, tapones para los oídos, bastoncillos de algodón, gafas, goma elástica de las máscaras, audífonos, auriculares de música o de teléfono móvil, "piercings", pendientes de fantasía -que contienen níquel-, teléfonos móviles...).
- Alérgenos que pueden transmitirse a las orejas a través de los dedos (por ejemplo, esmaltes de uñas, restos de alimentos, polvo, polen, productos domésticos, etc.).
- Productos para el cuidado del cabello o el cuero cabelludo (champús, tintes, geles, etc.).
- Productos para el cuidado de la piel utilizados en el rostro y aplicados cerca de las orejas (desmaquillantes, maquillaje, gel limpiador, etc.).
- Medicamentos de aplicación local (por ejemplo, gotas para los oídos o cremas). - Medicamentos de aplicación local (por ejemplo, gotas para los oídos o cremas) - Medicamentos de aplicación local (por ejemplo, gotas para los oídos o cremas)
Ten en cuenta que no siempre es evidente a primera vista cuál es el responsable, ya que es posible que lo hayas usado durante meses o incluso años sin ninguna reacción. Por eso es importante consultar a un especialista que te ayude a identificar las causas mediante pruebas de alergia, por ejemplo.